“!En todo amar y servir”, es una máxima de San Ignacio de Loyola, que nos ayuda a comprender el trabajo dentro de la Iglesia. Esta misma expresión, se ve perfeccionada en la celebración de cada Jueves Santo, en donde, mediante un gesto externo de lavar los pies, Jesús nos enseña con el ejemplo, como estamos llamados a ser servidores por amor.
Humildad
El padre Alberto Enamorado, párroco de la comunidad Divina Providencia, considera que una de las principales características que nos pide el Señor al trabajar en la Iglesia es la humildad. “Este gesto de lavar los pies, para muchos, puede ser muy humillante, pero, en la realidad, es un signo que habla mucho de la grandeza de un ser humano, cuando ve la necesidad de otro”, dijo el presbítero.
Melvin Herrera, coordinador diocesano de la Renovación Carismática Católica, explica que el servidor es aquel que ha comprendido que su vida cristiana se realiza plenamente en la entrega a los demás, como Cristo, servidor de todos los hombres, quien se santifica por todos nosotros. “La santidad de quien se dedica a trabajar en la Iglesia, se refleja en los frutos del Espíritu Santo. Esta santidad, debe estar al servicio de la comunidad, del más próximo y de todas las personas que la providencia le presente en su vida”, dijo. Herrera agregó que, hemos de entender que el servidor, “es el último de todos y siervo de todos, no es dueño de nada ni de nadie, ni impondrá cargas a sus hermanos, más que la del amor y del servicio”.
