Por Marco Cálix
Este último domingo de noviembre, y comenzando el tiempo de Adviento, que nos invita a esperar en el redentor del mundo, Honduras volverá a escribir una página decisiva de su historia democrática. Millones de ciudadanos acudirán a las urnas para elegir autoridades nacionales y locales en un ambiente marcado por la expectativa, la incertidumbre y, sobre todo, por un anhelo profundo de que el país encuentre un rumbo más justo, transparente y estable. En medio de tensiones políticas, acusaciones cruzadas y un clima social frágil, la Iglesia Católica ha levantado una voz serena pero firme, llamando a los hondureños a participar con conciencia, a elegir con responsabilidad y a no permitir que el desaliento eclipse la esperanza.
Llamado
La jornada electoral llega precedida por semanas de debate público, denuncias sobre fallas en las etapas preparatorias y cuestionamientos que han puesto a prueba la confianza de los ciudadanos en las instituciones. El ambiente, sin embargo, está lejos de ser únicamente sombrío. Para muchos sectores sociales, esta es una oportunidad para que el país demuestre madurez democrática. “El poder está en el pueblo, no en los políticos”, expresó recientemente Monseñor Miguel Lenihan, Arzobispo de San Pedro Sula durante una celebración eucarística dedicada a pedir por la paz en el proceso electoral.
Su mensaje, pronunciado ante miles de fieles, resonó como una exhortación a no ceder ante el temor ni la apatía. En esta misma línea de pensamientos, En Tegucigalpa, el arzobispo Monseñor José Vicente Nácher también dirigió un llamado directo: “No tengan miedo de participar. Defender la democracia es tarea de todos”. Sus palabras apuntaban a recordar que la indiferencia puede convertirse en terreno fértil para la manipulación y la injusticia.
Análisis
Analistas hondureños han señalado la complejidad del momento político. El sociólogo Pablo Carías describe el escenario como “Un sistema que a menudo parece alejarse del bien común y volcarse hacia la lucha por el poder”. Para él, la crisis de confianza en las instituciones es un llamado a la ciudadanía a retomar su rol activo. Por su parte, el politólogo Jorge Yllescas ha advertido sobre tensiones entre sectores políticos y el organismo electoral, recordando que el clima previo a las elecciones ha estado cargado de sospechas y señales de desorden. Aun así, recalca que la jornada del domingo puede convertirse en una oportunidad para revertir la incertidumbre: “La participación masiva es la mejor respuesta”, ha señalado en diversos medios locales. El joven investigador Rafael Jerez, conocedor del derecho constitucional, insiste en que Honduras está ante la obligación moral y política de demostrar que puede sostener procesos electorales confiables y transparentes. Según Jerez, la comunidad internacional observa con atención, pero la responsabilidad fundamental recae en los ciudadanos: “Honduras debe mostrarse a la altura. El voto consciente es un acto de dignidad nacional”.
Visión
Más allá de la coyuntura política, la Iglesia ha puesto la mirada en el corazón del votante. El Párroco de la comunidad Sagrado Corazón de Jesús em Tegucigalpa, Padre Juan Ángel López, ha sido enfático al recordar que el sufragio no es simplemente una acción técnica sino un acto moral: “Cada voto tiene rostro humano: el del país que queremos legar a nuestros hijos”. En diversas parroquias del país se han organizado vigilias y horas santas para pedir por la paz en el proceso electoral. El ambiente en estos templos —llenos de silencio, familias y jóvenes— refleja la conciencia de que el futuro no se decide solo con discursos o promesas, sino con decisiones responsables, nacidas de la oración y del discernimiento. La invitación de la Iglesia es clara: examinar la trayectoria de los candidatos, evaluar sus propuestas, rechazar la corrupción y optar por quienes promuevan la vida, la justicia, la transparencia y el bien común. Para los analistas, esta combinación de dificultades y esperanza representa una encrucijada histórica. Para la Iglesia, es un kairos: un momento providencial para responder con fe, con serenidad y con responsabilidad.
VOTAR: UN ACTO DE AMOR A LA PATRIA
En un tiempo en que abundan las voces que siembran temor o desánimo, la Iglesia recuerda que el Evangelio siempre apunta a la vida y a la luz. Por eso, este domingo, más allá de colores, símbolos o consignas, el país necesita un pueblo que acuda a las urnas con serenidad, respeto y discernimiento.
CLAVES PARA UN VOTO CONSCIENTE
1 Discernir
Antes de votar, detenerse a pensar. Evaluar trayectorias, propuestas y valores. Los obispos recuerdan que no se vota por simpatía, sino por el bien común y la dignidad humana.
2 Informarse
Conocer la realidad del país, las funciones de cada cargo y la importancia de cada papeleta. Monseñor Nácher insiste que debemos votar con conciencia por una Honduras mejor.
3 Orar
Elevar una súplica por Honduras y por todos los candidatos, sin excepciones. Los presbíteros de la Arquidiócesis de Tegucigalpa insisten en que “Nada bueno nace sin oración”.
4 Calma
Evitar discusiones, violencia y provocaciones. La Iglesia pide acudir a votar “con serenidad, sin miedo y sin ceder al caos emocional”. Vivir el proceso en armonía, sin caer en divisiones. Respetar las filas, las mesas y los resultados.
5 Pensar
Ser parte de una nación antes que parte de un bando. Monseñor Lenihan ha sido claro: “El voto es del pueblo, no de los políticos”. Recordar que el trabajo por Honduras continúa después del voto: desde la familia, la comunidad y la fe.
6 Elegir
No votar desde la rabia, sino desde la visión de lo que Honduras puede llegar a ser. Recordar que el voto es semilla: pequeño en tamaño, grande en consecuencia.
7 Luz
Tomarse un momento para pensar con serenidad antes de votar, guiados por la luz del Evangelio. El compromiso no termina en la urna. La Iglesia anima a construir paz, respetar los resultados y trabajar por un país más justo desde la vida diaria.
