La Solemnidad de Cristo Rey marca cada año una de las celebraciones más queridas por las comunidades católicas hondureñas: el Día del Delegado de la Palabra de Dios. Este ministerio, profundamente unido a la historia pastoral del país, ha sido la columna vertebral de miles de comunidades donde la presencia sacerdotal es limitada. Gracias a ellos, la Palabra de Dios sigue viva, cercana y encarnada en la realidad de cada familia.
Perfil
Para comprender mejor el corazón de este servicio, conversamos con Juan Acosta, Delegado de la Palabra de la comunidad de Las Nuevas Flores, perteneciente a la Parroquia El Salvador del Mundo. Él explica que, aunque muchas personas creen que se requieren grandes estudios o requisitos complica dos, el perfil del delegado es sencillo y profundamente humano. Ser delegado, afirma, comienza por lo esencial: “Estar bautizado, haber recibido la Primera Comunión y la Confirmación, y vivir sacramentalmente. Estos son los pilares que permiten asumir el ministerio de la Palabra dentro de la Iglesia”.

Juan destaca que un delegado debe ser una persona apegada a su comunidad y cercana a su párroco, alguien que conozca bien a las familias y sus necesidades. La amabilidad, el carisma y la confianza son elementos que fortalecen su labor diaria. “A nosotros se nos confía algo grande: cuidar de la comunidad”, concluyó.
1 Humildad
El delegado es un hermano en el camino, alguien que pone su tiempo y esfuerzo al servicio de los demás sin buscar protagonismos. En cada rincón del país, los Delegados de la Palabra siguen sosteniendo la fe del pueblo.
2 Testimonio
Su vida debe reflejar lo que anuncia: coherencia, integridad, cercanía y una fe vivida con alegría. Su trabajo silencioso, muchas veces poco visible, alimenta comunidades enteras que encuentran en ellos el rostro cercano de la Iglesia.
3 Comunidad
El delegado promueve la unidad, acompaña procesos y colabora con su párroco para fortalecer lo espiritual y lo social. La fiesta de Cristo Rey, que marca también su día nacional, es oportunidad para agradecerles, animarlos.