La migración, uno de los flagelos que más marca a los países centroamericanos, se presenta como un tema prioritario dentro de la agenda de la 83ª Asamblea del Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC).
Los obispos de la región, reunidos en un espacio de discernimiento y diálogo pastoral, han puesto especial atención a la crisis que viven miles de familias centroamericanas que se ven forzadas a abandonar sus países.
La realidad migratoria en Centroamérica continúa agravándose. La pobreza, la falta de oportunidades económicas, la violencia, la inseguridad y los efectos del cambio climático empujan cada año a miles de personas a emprender un camino riesgoso hacia el norte.
En 2024, más de 276,000 migrantes cruzaron por Honduras hasta el mes de agosto, según datos del Observatorio de Migración de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
La Iglesia
Monseñor Daniel Blanco Méndez, obispo responsable de la Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, destacó que la Iglesia centroamericana mantiene un trabajo conjunto desde Panamá hasta México, e incluso con Diócesis en Estados Unidos y Canadá. Este esfuerzo busca fortalecer el acompañamiento pastoral, social y humanitario a las personas migrantes en una de las rutas más peligrosas del mundo, como lo es el Tapón del Darién.
“La misión de la Iglesia es acoger, proteger, promover e integrar. Estos cuatro verbos, que señala el Papa Francisco, guían nuestro trabajo para que nuestros hermanos migrantes sean respetados en su dignidad humana”, afirmó Monseñor Blanco.
“El camino migratorio está lleno de amenazas: coyotaje, trata, robos, abusos. Gracias a Dios, la Iglesia ha podido unirse para apoyar a quienes emprenden este difícil recorrido”.
Blanco recordó que el Papa Francisco ha mantenido su mirada puesta en la región y que incluso envió un mensaje especial durante un encuentro realizado en el Darién junto al Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, subrayando la urgencia de proteger a los más vulnerables.
Una expulsión silenciosa
Consultado sobre las razones que llevan a miles de centroamericanos a migrar, Monseñor Blanco explicó que, más que una decisión voluntaria, “muchos se sienten expulsados” por las condiciones políticas, sociales y económicas de sus países.
“Aunque saben los riesgos del camino, la realidad que viven en sus comunidades es tan dura que prefieren arriesgarlo todo en busca de mejores oportunidades. El Papa Francisco recuerda que la persona tiene derecho a migrar, pero también debería tener derecho a no migrar, a vivir dignamente en su tierra”, señaló.
El obispo subrayó que la Iglesia no solo acompaña a los migrantes en tránsito, sino que también busca incidir para que existan condiciones que reduzcan la migración forzada.
Un llamado a los gobiernos
“Ningún país puede salvarse solo. La pandemia nos lo enseñó. Países de origen, tránsito y destino deben trabajar unidos para garantizar condiciones humanas en todo el proceso migratorio. El migrante es una persona con derechos, con dignidad, y las políticas públicas deben responder a esa verdad”, exhorta Monseñor Blanco.
Pidió también que los gobiernos garanticen condiciones que permitan a las personas quedarse en sus países sin necesidad de migrar, así como rutas seguras y legales para quienes lo hagan.
‘La Iglesia camina con ustedes’
Finalmente, Monseñor Blanco dirigió un mensaje de aliento a quienes hoy migran:
“Acérquense a la Iglesia. En todos los países del camino encontrarán una mano amiga: una casa de acogida, una Cáritas, una parroquia. No están solos. La Iglesia camina con ustedes, y el Señor los acompaña.”
La 83ª Asamblea del SEDAC reafirma así su compromiso con las personas migrantes, invitando a toda la región a mirar la migración no solo como un desafío político y social, sino como un llamado urgente a la solidaridad, la justicia y la defensa de la dignidad humana.
Descarga aquí la nota de prensa:
11NO 26 - SEDAC aborda la migracion.pdf
Redacción: Melvin Rápalo - Suyapa Medios