En los últimos días, he estado tratando de hacer comprender a nuestra gente, que las elecciones no son el 30 de noviembre, sino que debemos elegir desde antes. Los comicios electorales, es decir, las votaciones, se realizarán el 30 de noviembre, pero nosotros hemos debido elegir desde mucho antes. Aunque parecías una cosa sencilla, lo cierto es que, si nos tomamos muy en serio, la responsabilidad ciudadana que tenemos entre manos, nos daremos que cuenta de qué de sencillo, no tienen nada. Lamentablemente, la nuestra no es una democracia participativa, sino electorera. Dada la crisis que estamos viviendo, que en el fondo termina siendo una prolongación de muchas crisis anteriores, se vuelve absolutamente imperativo que cumplamos con el deber de acudir a las urnas este próximo domingo. No tenemos excusa, pero si tenemos responsabilidad.
Hacernos los desentendidos frente a esta situación, es volvernos, cómplices de la crisis, en la que nos tienen sumidos aquellos a los que realmente no les importa su país, sino únicamente sus intereses mezquinos. Aunque parezca broma, a mi juicio no lo es. El que no acuda a las urnas, a partir del próximo 1 de diciembre no tiene derecho a opinar sobre la situación o las elecciones que se hayan tomado, porque cuando se le necesitó para hacer valer su criterio, prefirió no hacer uso de él. Orar, votar, cuidar, aceptar. En eso se centra lo que haremos este domingo les decía hace unas semanas. Pero, ahora les pido estar atentos al proceso previo. A ustedes que me leen les ruego que, si están habilitados para hacerlo, no dejen de acudir a las urnas.
Está clarísimo que no es de mi competencia decirles por quién votar. Mi papel es formar conciencias, no pretender manipularlas y presionar a nadie para que haga algo en función de este o aquel partido. Lo que sí puedo decirles es que no vayan a botar su voto apoyando a gente que claramente está en contra de los derechos inalienables de la dignidad de cada y toda persona. Si hay indicios de que esta persona a actuado de manera corrupta o fraudulenta, tampoco debería merecer nuestra confianza. Y, más aún, si pretende utilizar o manipular la fe en su provecho o está abiertamente en contra de la libertad religiosa, también sería ilógico que le diéramos una confianza que no se merece. Por eso es importante que elijamos con calma, con discernimiento.
Saber discernir en estas circunstancias, es fundamental. Aunque, evidentemente, discernir es algo un tanto complejo, lo cierto es que en el fondo de todo significa siempre escoger lo que es mejor. No lo que es mejor para mí, sino lo que es mejor para todos. De eso se trata. Optar por aquellos que al menos han intentado proceder de manera transparente y no sostenidos en mentiras. Aunque la broma pese, a veces discernir es buscar entre todo lo malo, lo menos malo. Dios permita que no tengamos que llegar a eso. Por Honduras: discernir, elegir y votar.