Por: P. Tony Salinas
¡Hoy damos paso al nuevo Año Litúrgico! Será de mucho placer seguir juntos escrutando las lecturas de los domingos, durante estos nuevos tiempos litúrgicos que se abren hoy ante nosotros. A este año nuevo litúrgico lo enriqueceremos con la Buena Nueva contada por san Mateo. Nuestra meta es siempre hacer florecer la renovada escucha y devoción por la santa Palabra de Dios, celebrada y proclamada en cada celebración dominical. A través, de estos breves artículos semanales queremos poner sintonía entre la vida y la Palabra, entre lo que escuchamos y lo que debemos hacer, queremos que el Espíritu Santo fluya, para que seamos conscientes como ya lo dijo San Juan Crisóstomo que: “nosotros somos las liras, pero tú eres el artista; nosotros somos las flautas, pero el soplo es tuyo; nosotros somos como los montes, pero el eco es tuyo, Señor”.
Pero estos artículos deben contagiar a más lectores que compartan este gusto por comunicar y meditar los textos seleccionados por la madre Iglesia. Invita pues a amigos y familiares a seguir nuestro itinerario, seguros que al final del año podremos juntos dar gracias por lo que la Palabra de Dios fue haciendo en nuestras vidas. Con la entrada del Adviento, se nos anuncia la llegada del Señor, que entra en nuestra historia y en nuestras vidas, en esa forma única en la que Dios siempre actúa de manera misteriosa y libre. La Palabra de este domingo, pone el ritmo musical a esta preparación, que nos dispone a salir al encuentro del que viene con fuerza y poder. La pequeñísima parábola del ladrón, es más que suficiente para entender el sentido de este tiempo.
El ladrón espera la oscuridad y ataca en la sorpresa a la familia que está ya descansando. Pero para él también puede haber una sorpresa, la del padre de familia que está en aquella noche despierto, listo, en guardia para reaccionar para cuando aparezca el ladrón. De este breve versículo del Evangelio según Mateo se desarrolla la gran espiritualidad de toda la Iglesia en este hermoso tiempo litúrgico, a saber, el “estad en guardia”. ¡Es un imperativo! Hay que estar “despiertos”, no adormecidos ni indiferentes, ante la presencia del que vendrá “como ladrón por la noche”, sin saber a qué hora.